Cuando en un dibujo de humor, El Roto coloca a un niño
con un rótulo que dice “para qué aprender las letras si en este país solo valen
los números”, me hace pensar en la educación que te espera, niño bueno,
que vas a cumplir los tres años y acabas de ingresar en el sistema educativo:
Una educación un poco aburrida, un poco inútil, casi siempre pensando en la
medida, en la cantidad, en el cero y en el diez de la excelencia, que no te va
a permitir descubrir los libros de aventuras y de poesía, de cuentos
fantásticos y de novela negra, ni la música ni la danza, ni tan siquiera el
deporte...
Cuando la educación para la ciudadanía desaparezca del
todo, cuando la educación transversal se aparque aún más y sólo valgan los
conocimientos de papel y lápiz, cuando la disciplina y la segregación sean los
pilares de la enseñanza y olvidemos el objetivo fundamental de cualquier
sistema educativo: buscar la felicidad, cuando todo esto ocurra, yo me
pregunto, niño creativo, qué hará la escuela para inculcarte valores
democráticos, para que aprendas a respetar la libertad de los demás, sus
creencias, su forma de pensar y de sentir. Me pregunto qué hará la escuela para
que aprendas a amar por encima de todo lo demás.
Cuando leo la propuesta de quitar los bachilleratos de
música, danza y artes escénicas, me interrogo por las clases y las aulas por
las que pasarás, donde sólo valen las notas en matemáticas y en lengua, y no lo
que hayas aprendido y disfrutado con las grandes artes que mueven el mundo
desde la antigüedad. ¡Oh!, niño bello,
qué dura una enseñanza que se olvida de tus potencialidades y no buscará tu
desarrollo personal y vocacional, y sólo se preocupará de que seas un buen
trabajador de minijobs o tal vez un buen
y resignado parado o, mejor aún, un excelente emigrante.
Cuando me planteo por qué nuestro ministro de educación
habla de españolizar Cataluña, me entran serias dudas de que se esté
construyendo una educación fuera de las ideologías, que se quiera de verdad
educar y no volver a la instrucción que sufrí yo en los años de dictadura. Niño
hermoso, me gustaría tanto, que tuvieras una educación para ser libre,
tener opiniones propias y poder decirlas... Oh, tú que hablas hasta por los
codos y empiezas a saber qué te gusta y qué no, sería una pena que el propio
sistema educativo que debe velar por tus derechos te cortara las alas para
volar y hacerte un hombre sabio y solidario.
Y es que cuando pienso que si la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa)
sigue su camino, veremos también a un profesorado que no tiene opción a su
formación permanente y que tendrá que hacerte exámenes estándares que nada
tienen que ver con lo que aprendes, con lo que sientes, con lo que te
emociona. Éxamenes, reválidas que habrán diseñado otros que seguramente
son más empresarios y economistas que maestros. Entonces me entristezco
pensando que tu curiosidad y tu gusto por aprender se verán ensombrecidos por
el miedo a la nota, por el miedo a repetir, por el miedo a no decir lo que esperan
que digas. Niño alegre, deseo que la escuela, que te va a educar hasta
los 16, no te quite la ilusión por saber cada día más y por disfrutar
aprendiendo como ocurre ahora.
Irresponsables y radicales ha llamado el
ministro de educación, cultura y deportes a los padres y madres que por primera
vez en la historia van a hacer huelga. Sí, niño
tranquilo, seguramente el próximo jueves tu mamá y tu papá decidan que para
tu futura educación, incluso, para la que ya estás recibiendo sea mejor que no
vayas al colegio. Y es que en democracia la huelga es un derecho que se ejerce
para intentar cambiar el rumbo de aquellos aspectos que son injustos para una
gran mayoría... No pienses el día 18 cuando no vayas a la escuela que papá y
mamá son irresponsables, tal vez sí radicales, por lo de raíz y por lo de
profundo, pero no por extremistas,. Estoy segura que, cuando seas mayor,
sentirás un profundo orgullo por quienes te defendieron del ministro de
Educación y de sus propuestas legislativas. Te sentirás orgulloso de quienes
lucharon contra la injusticia de recortarte este hermoso derecho y ojalá,
también, de que consiguieran una Educación pública de calidad y para todos.
Y es que, Niño inteligente, niño sano,
niño pequeño, hay que parar
esta ley y estos recortes, para no tengas que elegir antes de edad entre el
trabajo precario o el paro, para que puedas disponer de una beca para estudiar,
para que la universidad tenga matrículas más accesibles, para que los comedores
escolares no sean de fiambreras y bocatas, para que el currículo educativo te
prepare para ser mejor persona, para que tu profesorado te enseñe, te evalúe y
te ayude y no te marque y encasille y, sobre todo, para que la educación siga
considerándose un derecho y no un privilegio de una élite.
Ojala ,niño primoroso, tengas una Educación concebida para la plena igualdad de
oportunidades
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